Ayudando a mi hermano a realizar sus labores escolares estuve leyendo una de las biografías muy significativas de la historia de mi país (Perú), hablo del señor Túpac Amaru o mas bien José Gabriel Condorcanqui, el gran curaca de las localidades de Bambamarca, Surimana y Tungasuca; y es que muchas veces evocar el pasado nos trae ciertos sin sabores, digo esto porque mientras leía todo ello, se me iban reflejando tantas cosas de las que hasta ahora estamos acostumbrados y ya nada nos asombra; un hombre que teniéndolo todo sentía que no tenía nada porque la libertad de su pueblo estaba oprimida, libertad, libertad que poco o nada les importaba a quienes lo traicionaron y no creyeron en él, o fingieron creer en sus mismos ideales, ver a nuestro Perú libre.
Lamentablemente la historia está hecha muchas veces para quedarse en libros y no para ser recordada, quizás por eso es que nunca terminamos algo de aprender, saber que en nuestras manos estuvo y está el gritar libertad parece un cuento de hadas y no una realidad, será que no nos atrevemos aún, es lo más probable.
Ese día recordé con tristeza que mientras sigamos mirando al futuro sin recordar el pasado estaremos caminando a un lugar incierto porque no sabremos de dónde venimos y a dónde vamos.
Me queda la satisfacción de haberle dejado en claro a mi hermanito que para aprender a querer a su país debe primero conocer y recordar su historia para que siempre y cuando ésta sea buena valga la pena repetirla y si no es así, tratar en lo posible de cambiarla, a como de lugar.
Lamentablemente la historia está hecha muchas veces para quedarse en libros y no para ser recordada, quizás por eso es que nunca terminamos algo de aprender, saber que en nuestras manos estuvo y está el gritar libertad parece un cuento de hadas y no una realidad, será que no nos atrevemos aún, es lo más probable.
Ese día recordé con tristeza que mientras sigamos mirando al futuro sin recordar el pasado estaremos caminando a un lugar incierto porque no sabremos de dónde venimos y a dónde vamos.
Me queda la satisfacción de haberle dejado en claro a mi hermanito que para aprender a querer a su país debe primero conocer y recordar su historia para que siempre y cuando ésta sea buena valga la pena repetirla y si no es así, tratar en lo posible de cambiarla, a como de lugar.